jueves, 31 de julio de 2008

enredos de madres y gatos






- Javier, cómetelo todo. Me da igual si no tienes hambre, porque si tengo que esperar a que tengas hambre para que comas ¡estoy apañada! Además, ¡que no está la cosa para andar tirando comida! Venga, ve acabando.

- Pero es que yo no quiero más y el gato...

- ¿El gato? Al gato no se te ocurra darle nada, ¿eh?: el gato ya tiene su comida y si se la ha acabado, que se vaya a cazar saltamontes, que cuando quiere, bien que se come los peces del acuario de tu padre.

A mis cuatro años yo ya había descubierto que mi madre no entendía nunca nada, así que ¿para qué explicarle que no hablaba de darle de comer al gato? No, era otra cosa así que, con el tenedor, estuve removiendo el contenido del plato hasta que me dijo aburrida:

- Javier, tengo que ir a tender la ropa a la terraza de arriba. No te muevas de la silla hasta que acabes de comer y ni se te ocurra dárselo al gato ¿eh? Ve acabando que cuando baje quiero fregar los platos.

¡Y dale que te pego con que no le dé el estofado al gato! A esas alturas ya la había dejado por imposible, así que asentí con la cabeza y esperé pacientemente a que se fuera escaleras arriba con el barreño en la cadera. Después salí por la puerta de la cocina que daba al patio y le tiré al perro del vecino los restos del estofado por encima de la valla. Luego corrí al salón y con la redecilla que mi padre tenía junto al acuario pillé un pez rojo. Me lo metí en la boca con un movimiento rápido. El animal atrapado no dejaba de removerse, ni de pegar violentos saltitos. Sentí el cosquilleo de sus escamas sobre la lengua provocándome un ligero escalofrío. Le clavé los incisivos -dejó ir un regustillo ácido que me gustó bastante menos que las cosquillas- y lo escupí.

Después fui hasta el gato medio adormilado, le agarré la cola y le pegué un mordisco para quitarme el sabor del pez y descubrí que el gato sabía más dulzón... Ahora ya era todo mío.

Pero no, ahí entró mi madre y ya no pude seguir mordiéndolo: me pilló con las manos en la masa. Y claro, como siempre, no entendió nada... Emitió un grito agudísimo al ver el pez inmóvil en el suelo y al gato pegando botes con la cola medio seccionada: " Ese gato es tonto! Bien hecho hijo, espero que le hayas dado un escarmiento: con ese bocado que le has metido aprenderá y no matar más peces... Lávate la boca, cariño, lávate" me dijo acercándome al grifo "¿Te has comido todo el estofado? ¡Pero si hasta has puesto el plato en el fregadero! Muy bien hijo, así me gusta, ahora puedes ir a ver lo dibujos animados..."

Antes de que llegara mi padre recogió el pez, lo tiró a la basura y se puso a fregar los platos canturreando.

Yo me senté a ver la tele pensando que podía confirmar que mi madre -efectivamente- nunca entendía nada. Y bueno... me quedé con las ganas de saber si la oreja del gato era más sabrosa que su cola.

Hecho que pude constatar dos semanas después cuando, una tarde, mi madre se quedó traspuesta en el sofá y el periquito se escapó de su jaula...

sábado, 26 de julio de 2008

enredo de colores sobre tu mesita de noche

Para una hada Géminis

No personalizo más mi post porque no te conozco. O porque me levanto por la mañana con mis propios libros sobre la mesilla de noche. Hay un algo de egoísmo, un poco de falta de tiempo o de talento...

Puede ser que no esté de lo más inspirado y no den resultado mis malabarismos para alegrarte el día. Puede que por esto me entierres bajo 67 fascículos con tapa verde de Aprenda ud alemán.


No soy más que un personaje secundario de un libro entre otros libros.

Pero hoy soy naranja si al atrapar un haz de luz, se me escapa un destello entre los dedos y te alcanza la mejilla.

O amarillo si me visto con tu camiseta de recoger caracolas al amanecer en la playa y escuchas olas.


Soy un conjuro multicolor en el aire de tus sueños. Aparto tristezas cuando lees esta ocurrencia que hoy escribí (para tí) y te lleno el cielo de globos (¿Te dije que soy multicolor?)

En fín, soy un libro en blanco -tan vulnerable como tú- que intenta que llegues reconfortada al final de este... textoabrazo, Javi

sábado, 19 de julio de 2008

de momentos y pantallas


Me gusta esta rubia...







"...mal momento has elegido para vender; ahora es mal momento para vender. Mal momento para deshacer una pareja, los amigos tienen ya planeadas sus vacaciones y ya no quedan billetes para sumarte a sus viajes, las maletas están hechas y no cabes en ninguna de ellas. Mal momento sí, mal momento para comenzar un blog, se llevaran un libro a la playa, pero no se conectarán para leerte... No dices nada ¿En qué piensas?"


En el mal momento en que pensé que tú sería un buen momento y aproveché el intermedio interminable de Médium para contarte lo de Vienedelejos... Sigo mirando la tele cuando Patricia "Alison Dubois" Arquette se despierta de un sobresalto porque su cámara de video se ha puesto a funcionar sin que nadie la accione. Tú sigues taladrándome el oído: "me llaman desde el fijo" te digo "te llamo en otro momento, ciao".

Y mi portátil parpadea desde la mesa "ven, ven..." Este es un buen momento para escribir...

enredos de ternura y viento

Lo suyo es la ternura: con la punta de los dedos pinza las miguitas de esos besos que le quedan prendidas en los labios, los envuelve en un pañuelo bordado y los deposita sobre la almohada. Allí descansará la cara esta noche mientras mira alegres danzas en el techo.

Lo de él es otra cosa. Es la brusquedad de un golpe de viento que abre o cierra la puerta, lo suyo no es la delicadeza. Mete sus manos bajo la ropa de la mujer y recorre su piel, aprieta, amasa sus pechos y ya su boca entra sin aviso, impaciente, en su escote. Explosivo, vehemente, sucumbe, va y envuelve, entra y besa, besa, besa... Besa a todas horas, besa todo el día.

Besa cuando llega y cuando se despide al atardecer en la puerta.
Ella adora cómo le come la boca cada día. Y cómo le quedan siempre esos restos de besos como miguitas sobre sus labios cuando se marcha...
Javier Mares
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Para Patro por mostrar curiosidad...

Primer acto: la hiedra

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Se va enredando, enredando... Como en el muro la hiedra, diría Violeta.

Y va brotando -seguiría- brotando. Como el musguito en la piedra, como las historias en este blog musgo, blog piedra, blog muro, blog hiedra. Muro tú, hiedra yo, musgo mujer piedra hombre, verde amante blanca...

En esta noche la luna llena se enreda con las nubes. Mi aliento en tu perfume, mi dedo índice en tu sonrisa dibuja contornos labiales...
Las letras verdes llenan espacios blancos.

Tú, muro blanco, yo hiedra: hojas dentadas mordisquean tus hombros balcones de seda.

Comenzó el primer acto.

Te espero...

J.Mares