viernes, 22 de agosto de 2008

enredos de luz


Al atardecer, mientras riego el jardín, el taconeo por la acera me anuncia su llegada. Asoma la cabeza por encima de la verja.

"Sólo puedo quedarme un momento, voy muy atrasada hoy, todavía me quedan unas cuantas visitas que hacer. Pero tenía muchas ganas de pasar a verte..." desvía la mirada, algo azorada.

Le sonrío y le acaricio el hombro... Le hago prometerme que volverá cuando acabe. A cambio le anuncio que, a su regreso, tendré un regalo para ella. Se le dibuja una sonrisa en su cara, preciosa, y con la punta de sus dedos me deposita un beso en la mejilla.

Antes de que llegue con su entusiasmo habitual, preparo la casa para que todo esté a punto. Suena Compay, elijo unas imágenes que le acariciarán el alma magullada que hoy ha trocado en turbación.

Cocino una cena ligera, elijo un vino blanco del 2004 y enciendo muchas velas. Con una copa me siento en el porche a esperarla. Noa y Serrat comparten voz... Es caprichoso el azar.

El vino está en su punto justo de frescor, la noche también... Y ella se acerca ya por el camino e ilumina la noche.
Para María con un beso



lunes, 18 de agosto de 2008

Acondiconador para cabellos enredados




No nos llegamos a amar, pero sí nos enamoramos locamente. Por suerte, ambos somos tan prácticos como enamoradizos y Cat no tuvo ningún tapujo a la hora de decirme que lo nuestro había terminado antes de empezar. No tardé tampoco en aceptarlo. Bien mirado, la brevedad de esta historia fue lo que me ayudó a ello. Como llegó, se fue.


Peinaba a Soledad cuando, a través del espejo, la ví entrar a mis espaldas: la criatura más ligera que jamás había contemplado. No ligera por falta de carnes o porque no tuviera la fuerza de una levantadora de pesas, no, ligera porque apenas rozaba el suelo al caminar: abrió la puerta de la peluquería como quien aparta la cortina de la ventana para echarle una mirada fugaz a la vecina que sale de su ducha...

Le pregunté a la recién llegada:

- Señorita...
- Me llamo Cat...
- ¿Qué será, Cat?
"Necesito desaparecer", me dijo. "Eso es imposible, ya la he visto". Se acercó y me besó el lóbulo de la oreja y me susurró: olvídame.


Dejé a Soledad en manos de Ara para que le acabara de secar el cabello, tomé de la mano a Cat y la llevé al vestuario para que quitara el vestido y se pusiera una bata violeta, como habitualmente hacía con todas las clientas, como cada día acompañaba a otras mujeres para después peinarlas.

Esta vez no me quedé en el pasillo indicándole la puerta a distancia, le tendí la bata, seguí acompañándola agarrada de la mano mientras deslizaba imperceptibles pasos. Yo hechizado tanto como enamorado, me importaba un bledo el resto, más.



Me introduje en el vestuario con ella y miré como se desnudaba sin pudor. Se quitó más ropa de lo que hacía falta, no me echó. No dijimos ni una palabra, un gesto suyo fue suficiente para que me acercara : la reina vagó por mis ruinas mostrándome que aunque a ella ya le habían perdonado sus derrumbes, en mis rinconces más humildes todavía era capaz de sufrir lo indecible...

Me confesó que le había gustado esconderse en mi establecimiento y en mi cuello.

Salimos, le lavé el cabello hermoso, negro, hundí los dedos enjabonados, acaricié su cuero cabelludo perfumado, electrizándonos de nuevo: el contacto con su piel despertaba en mi mis mil luciérnagas adormecidas... Mecí su cabeza bajo el agua tibia y con los ojos cerrados me dijo bajito: "¿Ya me has olvidado? Bien, ahora, hazme desaparecer..."

Pensé todo lo rápido que pude, ¿cortarle el cabello? ¿teñirla de rubia de pelirroja, raparla al uno? No, no era suficiente y no quería decepcionarla. Tendría que ser algo que, de tan sorprendente, todo el que la mirara por la calle nunca llegara a sospechar que esa mujer era Cat...

Y la teñí de violeta.

Desapareció Cat y pasó a ser Violeta.

(A veces como hoy, en nuestro aniversario, le pido que me cuente al oído cómo fue, hace tiempo que olvidé a Cat...)

viernes, 8 de agosto de 2008

de marquesinas y de lluvia


La primera vez que se vieron, él trataba de llamar por el móvil, ella miraba las gotas de agua resbalar por el cristal. Se encontraron esperando el bus nocturno... Soledad en la lluvia.

Ajenas a sus propietarios, sus miradas se hicieron el amor en cuanto se cruzaron. A sus bocas no les quedó más remedio que seguir a los ojos y se besaron.
No hizo falta que se despegaran los labios para ordenarle a los cuerpos que guardaran compostura. Se separaron unos centímetros, los justos para que ella mirara los charcos.

Él no tenía llamadas perdidas.

Era una noche solitaria, no había nadie por la calle, ni guardias, ni luna. Eran las cuatro de la madrugada y llovía. La marquesina de vidrio les insinuó que era un buen momento para besarse, que si veía venir a alguien -si querían- ella los avisaría...

domingo, 3 de agosto de 2008

el hombre que se enreda en un beso


Enreda los pensamientos con el chirriar de las ruedas sobre el asfalto mojado. Ni siquiera ve el Mini bermellón que ha estado a punto de atropellarlo.

- ¿Qué pasa,? dice la conductora por la ventanilla ¿Es que no ves que el de peatones está rojo, chalao?


De nada sirve el gesto empapado de "disculpa-no-comprendo-lo-ocurrido". El hombre calado hasta los huesos retrocede a la acera. Ni siquiera tiene claro qué es lo que no "comprende" pero no quiere liarse a dar explicaciones a la del mini -bien mirado no le importa- y le diga lo que le diga, ya ha sentenciado que está loco. Espera impacientemente bajo la lluvia a que, al otro lado de la calzada, la mamá de paraguas colorado con dos niños de chubasqueros encarnados dé el primer paso para cruzar, no vaya a ser que tenga otro susto. Entonces se decide a ir rápido hasta la plaza desierta, mojada, área wifi. Se sienta en el quiosco donde cada domingo toca la banda y abre el portátil en busca del beso extraviado -se dice- convencido de que debe andar por ahí. A veces sucede que se pierden los besos envíados por email y es cierto que los besos que se mandan por correo postal, nunca llegan a su destino. ¿Será eso lo que le pasa a un beso en blog?


Lo busca durante hora y media, va y viene por los comentarios. Revisa el post entero, las entradas de libélulas azules, pelucas amarillas, luciérnagas encendidas, almas viajeras, ritmos tropicales, gloriosos microcuentos, tambores, sartenes, teclados, playas y exposiciones, colores apilados y otras invenciones.


Pero no, no hay nada, no hay beso para él.
Sólo un abrazo para el gato, otro para el pez...