domingo, 26 de abril de 2009

6 meses de enredos...



Tengo que buscarme otra casa. Se me acaba el contrato y no quiero renovarlo, en fin, no puedo renovarlo pero digamos que no me viene mal del todo: me han subido el precio del alquiler y es demasiado para mi, con mi sueldo de recepcionista del Museo de Arte Contemporáneo no doy para más. A veces poso en la escuela de Bellas Artes, como modelo para los estudiantes de pintura. Me lo ofreció mi profe de volumen cuando fui a contarle que dejaba el curso a medias, por falta de pago. Aún así no pude mantener la escuela mucho tiempo. Quiero ahorrar para pagar la matrícula del curso que viene. Ahora hago de modelo y tampoco puedo quedarme en mi apartamento, se me comen las facturas... Es pesado estar tanto rato quieto, ya he superado aquello de que me observen porque sólo ven perfiles, sombras, volúmenes, ni siquiera me siento cohibido ya y me pagan bien. Pero no lo suficiente para seguir en un apartamento en el centro...

También he pensado en re-alquilar una habitación... no es que me sobre, tengo dos y el salón. Pero podría trasladar todos mis artilugios de pintura a mi dormitorio y buscar alguien para compartir el piso. Ya lo hice una vez, no salió bien, no salió mal, bah, depende de como se mire. Era una chica que hacía un postgrado, bueno, ya lo había acabado... En realidad vino a entregar no sé qué o a leer un informe final o a examinarse de algo que quedó pendiente. Bueno, la cuestión es que se quedaba sólo tres meses y necesitaba una habitación. Me lo dijo una compañera de clase, nos presentaron y se vino para casa.

Al principio todo bien, era una chica muy estudiosa y tranquila. Nos respetábamos los espacios y los silencios. Nos repartimos los estantes del frigorífico y los del armario del baño.

Llegó mi cumpleaños. Era entre semana y estaba cansado para salir por ahí después de una sesión de estatua. Había quedado con los amigos para celebrarlo el sábado siguiente pero ese jueves estaba solo. Me preparé unos espaguetis y me asomé a su puerta. Le pregunté si había cenado y la invité a hacerlo conmigo. Nunca me había fijado demasiado en ella, no meticulosamente, pero ese día me gustó cómo se quitó las gafas y se puso la sonrisa... Me sentí bien y nos contamos la vida. Le dimos al whisky y acabamos en mi cama que era más grande que la suya.

Acabó su curso y se volvió a su país y a su novio. A su vida ordenada.

Era una mujer excelente, nos seguimos escribiendo, pero yo sigo sin poder pagar el alquiler...

Empecé a darme cuenta de que la vecina de arriba existía cuando pensé en dejar a mi novia del último año y medio. Aunque estaba enamorado de ella, algo que me rondaba la cabeza desde que me aseguró que no podría irse a vivir nunca con un hombre que no ganara más que ella. Se me descuadró el cerebro aquella noche. Cuando nos conocimos en la feria de arte donde expusé algunos cuadros, "mi toque de bohemio" fue lo que le atrajo de mi o, al menos, eso dijo. Un año después, eso mismo fue lo que la estaba apartando. Le dí vueltas durante meses sobretodo cuando me invitó a compartir la comida de Reyes con su familia...Un intento de integrarme y no avergonzarse de mi. La amaba, pero ahí lo tuve claro... Lo dejamos, de "mutuo acuerdo".

En eso estaba cuando descubrí a la vecina de arriba. Que sí jijí-jajá en el ascensor, que si espera que te enciendo la luz de la escalera o te sostengo las bolsas de la compra mientras sacas las llaves... Una tarde pasó a tomar un té, le gustaron mis cuadros. Vive en el 6ºB, yo en el 5ºB. Las paredes son de papel... Yo oía su taconeo, ella mis gritos cuando follaba con mi novia. Me confesó que ella sí se había fijado en mí, que sentía curiosidad por saber quien era ese tipo tan... expresivo. En fin, lo siguiente fue decirme se había masturbado en alguna que otra ocasión con la fantasía de que era ella la que compartía mi cama.

La confesión me excitó y nos líamos...Aquella noche fue de locos.

Nos abrazamos y nos alegramos la vida. Sabe que no hay más que lo que hay, o eso fue lo convenido entre nosotros, y no me he enamorado.... Pero creo que el pacto no se está "cumpliendo". Me estoy empenzando a hartar de tenerla merodeando -casualmente- cada día. Varias veces al día. He hablado con ella sobre cómo empezó esto y cómo nos interesó a los dos, pero se pone muy nerviosa si traigo a alguna amiga a casa... Y me pide explicaciones de con quién entro y salgo. Hace poco me "exigió" que descolgara un cuadro que me regaló una amiga que conozco hace 5 años. No lo quité y eso nos enfrentó verbalmente.

La he cagado, siempre dije que no me líaría con una vecina. Es difícil distanciarse de alguien cuando no puedes ni siquiera poner paredes por medio para sosegar los ánimos.

Así que estoy buscando un nuevo apartamento más económico. Estoy pensando en matricularme el curso que viene en cuarto. O irme a Pulau Babar a visitar a un amigo de la infancia que vive allí y, ahora que tengo práctica en inmovilidad, hacer la plancha durante un tiempo...


jueves, 26 de marzo de 2009

tu nombre


"el día que escribas algo que te lleve a mi... dedícamelo... "

Sonó como una sentencia. El martillo repiqueteó en mi cerebro, sus palabras en eco, el silencio del chat se transformó en una letanía...

Algo que te lleve a mí.
Hace mil años de eso, no he vuelto al blog donde nos tropezamos. Suena a excusa, a mil nuevas rotondas en la carretera del pueblo al que regresas, a kiosko desnudo en la esquina del callejero. Visitamos los mismos barrios, compartimos bloque. Creo que hasta usamos el mismo ascensor.

Pero no encuentro la calle que me lleve a tí.

Y escribo algo que me situe, escribo una barca. Una barca que te navegue el silencio nocturno. Escribo una declaración que te cambie de apellido para huir conmigo de la gasolinera donde reposté la última noche. Seis preguntas no son demasiadas; escribo un paso, un billete de avion que me lleve a un pedazo de lienzo, checking online maestro de arte.
Vuelve, llévame a orillas inesperadas de críticas implacables, me blindas, me filtras, menos impuro, abierto a tí.

Tu nombre en una barca. Tu nombre a un puerto, un amarre, un taxi. Tu nombre impreso en rótulo direccional a la península, mi único enlace a tierra: mi crítica, mi blindaje, mi filtro menos impuro, mi piel abierta a tí...

Algo que me lleve a tí... Un viaducto funcional para circular: tu nombre helado de chocolate

Eso me dijiste. Ahora te lo dedico, Miss.

domingo, 11 de enero de 2009

enredo de óleo y silencio

Se sienta en un banco blanco frente al mar de Sorrento. Lo mira en silencio. Silencio de olas que no rompen, ni arrastran guijarros ni arena. Silenciosos pensamientos de vuelos sin albatros, ni zumbidos alas sordas de mosquitos al atardecer, sin pulgas de agua, ni niños callados buscadores de cangrejos mudos. Un enredo brisa se detiene a observar y sigue la mirada fija desde el banco hasta la mujer morena sin roce de vestido verde que sale a nadar la nada como una parte tácita del cuadro en la galería...

óleo de David Chen