lunes, 18 de agosto de 2008

Acondiconador para cabellos enredados




No nos llegamos a amar, pero sí nos enamoramos locamente. Por suerte, ambos somos tan prácticos como enamoradizos y Cat no tuvo ningún tapujo a la hora de decirme que lo nuestro había terminado antes de empezar. No tardé tampoco en aceptarlo. Bien mirado, la brevedad de esta historia fue lo que me ayudó a ello. Como llegó, se fue.


Peinaba a Soledad cuando, a través del espejo, la ví entrar a mis espaldas: la criatura más ligera que jamás había contemplado. No ligera por falta de carnes o porque no tuviera la fuerza de una levantadora de pesas, no, ligera porque apenas rozaba el suelo al caminar: abrió la puerta de la peluquería como quien aparta la cortina de la ventana para echarle una mirada fugaz a la vecina que sale de su ducha...

Le pregunté a la recién llegada:

- Señorita...
- Me llamo Cat...
- ¿Qué será, Cat?
"Necesito desaparecer", me dijo. "Eso es imposible, ya la he visto". Se acercó y me besó el lóbulo de la oreja y me susurró: olvídame.


Dejé a Soledad en manos de Ara para que le acabara de secar el cabello, tomé de la mano a Cat y la llevé al vestuario para que quitara el vestido y se pusiera una bata violeta, como habitualmente hacía con todas las clientas, como cada día acompañaba a otras mujeres para después peinarlas.

Esta vez no me quedé en el pasillo indicándole la puerta a distancia, le tendí la bata, seguí acompañándola agarrada de la mano mientras deslizaba imperceptibles pasos. Yo hechizado tanto como enamorado, me importaba un bledo el resto, más.



Me introduje en el vestuario con ella y miré como se desnudaba sin pudor. Se quitó más ropa de lo que hacía falta, no me echó. No dijimos ni una palabra, un gesto suyo fue suficiente para que me acercara : la reina vagó por mis ruinas mostrándome que aunque a ella ya le habían perdonado sus derrumbes, en mis rinconces más humildes todavía era capaz de sufrir lo indecible...

Me confesó que le había gustado esconderse en mi establecimiento y en mi cuello.

Salimos, le lavé el cabello hermoso, negro, hundí los dedos enjabonados, acaricié su cuero cabelludo perfumado, electrizándonos de nuevo: el contacto con su piel despertaba en mi mis mil luciérnagas adormecidas... Mecí su cabeza bajo el agua tibia y con los ojos cerrados me dijo bajito: "¿Ya me has olvidado? Bien, ahora, hazme desaparecer..."

Pensé todo lo rápido que pude, ¿cortarle el cabello? ¿teñirla de rubia de pelirroja, raparla al uno? No, no era suficiente y no quería decepcionarla. Tendría que ser algo que, de tan sorprendente, todo el que la mirara por la calle nunca llegara a sospechar que esa mujer era Cat...

Y la teñí de violeta.

Desapareció Cat y pasó a ser Violeta.

(A veces como hoy, en nuestro aniversario, le pido que me cuente al oído cómo fue, hace tiempo que olvidé a Cat...)

18 comentarios:

ybris dijo...

Deliciosa y fugaz aparición.
Pasan como estrellas fugaces, nos derrotan y se enseñorean de nuestras ruinas.
Apenas si nos dejan formular un deseo antes de irse.
Pero saben quedarse con otro nombre inolvidable.

Oye. ¡Cómo me ha gustado!
Gracias.
Un abrazo.

libra dijo...

Esa necesidad de querer desaparecer,de querer escapar...pero, es suficiente con cambiar de lugar, de color, cambios exteriores...
Saludos.

ANONIMA dijo...

no hay nada como un cuello, para esconderse.
esto, la dirección de la peluqueria ¿por favor?
no es que quiera desaparecer, simplemente quiero un buen acondicionador.
Me ha encantado, tan fugaz como indeleble
besos índigos

Myriam M dijo...

Me gustó mucho el primer párrafo, buena idea la de desaparecer teñida de morado con lo que "canta", me atrae porque roza lo inverosímil, un saludo, lilith

Mónica Sánchez Escuer dijo...

Me encantan las desapariciones existenciales. Ocurren todo el tiempo, frente a nosotros, y parecen tan ficticias, que no nos damos cuenta.
Me gustó tu relato,
Saludos

Perséfone dijo...

Que historia tan buena. Es realmente sublime.

Ojalá fuera tan fácil desaparecer a veces...

Un saludo.

escorpiona dijo...

El violeta es un color hermoso...

Saludos

Chau

lola dijo...

Me gustó la historia que nos contaste, me trasladó a un lugar desconocido pero muy acogedor.

Un saludo cordial.

María dijo...

Me ha encantado la historia que compartes con todos nosotros, al irla leyendo, iba imaginando todo lo que ibas contando, y es que, a veces es tanta la necesidad de querer escapar, salir volando del lugar en el que nos encontramos, o incluso, convertirnos en invisibles, en determinados momentos.

Estos días estuve fuera, por eso no he entrado en tu blog, ni en ningún otro, y el mío lo tengo, como ves, paralizado, ya que no he vuelto a publicar desde el día 10, espero ponerme al día para seguir con él.

Encantada de estar, de nuevo, en tu blog, es un honor para mí visitarte y leer tus posts.

Te deseo una feliz tarde.

Un beso.

Sonita dijo...

es un hermoso relato. el violeta como color del olvido.
un dulce saludo.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Mira si me estaré volviendo loco, que estoy viendo una cabellera de mujer violeta... Donde vamos a llegar. Lo que tiene la locura!
Saludos

Miss Morpheus dijo...

Observo el caminar de la gente y siempre guardo un par de miradas y una sonrisa para quien es capaz de hacerlo sin apenas rozar el suelo. Son personas realmente especiales. Soñadores capaces de decirle a un desconocido "necesito desaparecer".

Gracias de nuevo por regalarme una lectura digna de saborearse junto a una taza de té.

Diego dijo...

Una hermosa fugacidad, con el "carpe diem" como tema de fondo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sublime; las cosas breves son inolvidables; yo no sé cómo hacerlas desaparecer, aunque sepa hacer magia...

Besitos

María dijo...

Tardé días en visitarte porque estoy atrasada de visitar blogs, pero mira, ahora lo hago seguido jajaja es que quiero darte las gracias por dármelas tú a mí.

Me encanta este acondicionador para cabellos enredados, los míos, se me desenredan cuando te leo.

Un besazo, guapo.

J.Mares dijo...

Gracias Ybris: nos remueven los cimientos y nos ascienden a los cielos.... ¡Un saludo compañero!

Libra, todos hemos tenido esa necesidad alguna vez ¿cierto? Gracias por tus palabras, un besazo.

Anonima encantadora... te acondicionaría el cabello con gusto. Gracias por tus besos índigos, besos marinos para tí.

Lilith: ES inverosímil, pero quien no trata de pasar desapercibido tras unas escandalosas gafas de sol? Gracias por tu visita, un abrazo!

Mónica, desaparezco, voy, vengo... me esfumo. Todo yo con empeño. Me descubriste. A mi me gustó tu visita. Gracias. ¡Beso gatuno!

Perséfone gentil, gracias por tu halago. Un beso sublime para tí.

Escorpiona, un beso violeta...

Lola, espero seguir siendo acogedor y que me vengas a visitar a menudo. Un abrazo transoceánico!

Querida María, pongo alas a tus pies para que escapes siempre que quieras... El honor es mío al tenerte aquí. Mi siguient post es para tí. Un beso, hermosa.

Sonita, el olvido debería pintarse de colores, cierto, así sería siempre alegre... Un dulce beso para tí, linda.

J.Mares dijo...

Sonrisa: te aseguro que yo me volví tan loco como tú cuando me invitó a olvidarla... Gracias por tu paso por aquí, compañero. Un abrazo.

Missy... Me alegro de que el sabor de este relato conjugue con tu té. Hermosa combinación hiciste. Gracias. Un beso aromatizado de ¿jazmín?

Diego: tardé en aprenderlo, pero Carpe Diem es un buen lema a seguir... Gracias por venir, un abrazo!

Reinita con tu magia eres capaz de eso y de más... Pero no desaparezcas por mucho tiempo. Una caricia por tus palabras, gracias.

Me encanta que se te desenrede el cabello al leerme. Un buen masaje en el cuero cabelludo completará el tratamiento de belleza... Aunque tus palabras no lo necesitan. ¡Gracias!

MORGANA dijo...

hay esencias, que por mucho que pongamos empeño, son imposibles de hacerlas desaparecer.
desenredar pensamientos a veces, nos ayuda.
hermoso relato.